miércoles, 27 de septiembre de 2017

Imagino...

Como que imagino...
Imagino que esta noche
me toca dormir en tu cama
y no en la mia...
Como que imagino
que no están ni el perro ni el gato,
es que creo que no te gustan,
tal vez el perro te guste,
tal vez, con el tiempo,
el gato también...
Como que imagino
que esta almohada,
a la que tanto me aferro,
eres tú
Me imagino
que me abrazas la espalda desnuda,
que acaricio tu pecho,
que tocas mi cabello y que lloro...
Y me preguntas porqué
y te digo que por todo...
me levantas la barbilla
y me dices ya no más
Como que imagino
que miro tus ojos,
esos que tanto me gustan,
me imagino que me besas
con tus labios perfectos...
Como que imagino
que me quieres...
Como que imagino
que con imaginar me basta...

viernes, 22 de enero de 2016

Bonitos Votos Matrimoniales



-"Te recibo a ti como mi esposo y me entrego a ti, y prometo serte fiel en las alegrías y las penas, en la salud y en la enfermedad, todos los días de mi vida..."- decía mi querida Julieta mientras ponía delicadamente la argolla de matrimonio a su ahora esposo. Momentos después él repitió la misma línea y de igual forma coloco la argolla nupcial a mi prima.
Y aquí me encontraba yo, la última soltera empedernida que a sus 37 años no daba ninguna señal de nada futuro.
Para mi fortuna o desgracia en lugar de darme una hermana, la Divina Providencia decidió enviarme seis primas de las cuales yo era la mayor. Todas eran mujeres casadas con familias "ejemplares", agradecidas por la fortuna de tener hijos que criar y maridos que malcriar, casas que procurar, cenas navideñas que organizar e infidelidades que esconder.
De todas yo era ahora la única que se estaba quedando para "vestir santos" (santos era lo último que yo me pondría a vestir en esta vida) y a ninguna de ella se le había escapado la oportunidad de preguntarme que qué sería de mi cuando fuera una anciana y no tuviera quien me cuidara.
-Para eso me están dando muchos sobrinos, querida. Alguno de ellos tendrá que apiadarse de la pobre anciana tía solterona.- respondía yo, mientras le repartía dulces a mis sobrinos, vivos retratos de sus padres.
No me incomodaba en absoluto el ser la soltera empedernida de la familia Macías, ya que yo había vivido lo que las seis juntas no habían vivido nunca. A mí fue a la que le tocaron las aventuras, los amores de fin de semana, los romances prohibidos.
Gracias a mi todas ellas tenían marido, todas los habían conocido por intercesión mía, y no porque ellos fueran mis amigos, sino porque eran conocidos de conocidos importantes.
Todas se jactaban de sus vidas de novela, de sus casas brillantes, de los autos bonitos que fueron dados como caros obsequios por cumpleaños olvidados de cuando sus maridos andaba de viaje en Cancún con la amante, de los colegios caros a donde enviaban a los niños, de las amigas hipócritas y de las cenas de sociedad.
¿De qué les venía sirviendo eso? ¿De qué les valían los caros vestidos de novia que todas habían comprado, las bodas organizadas por mujeres que se la pasaban organizando fiestas para mujeres con prometidos de buena posición económica? ¿De qué le valían los bonitos votos matrimoniales que repetían ante el altar si a sus maridos les iba a dar por la puteria a los dos meses de casados?
Como a Marianita, quien se había casado a los 26 años con un arquitecto reconocido, Ramiro Castro. Un día, mientras me dirigía al hospital en Polanco donde Ramiro tuvo la generosidad de internar a la abuela cuando su corazón comenzó a fallar, me lo encontré caminando en la banqueta como si fuera el hombre más codiciado de la ciudad mientras la pequeña rubia de tacones altos se le abrazaba a la cintura y él la se la comía a besos. A la semana de eso la mitad del círculo social de Mariana sabía que la tipa esa era su secretaria, que le veían la cara desde antes de la boda y que Marianita Macías estaba embarazada de Ramiro y que por la noticia el niño había decidido salirse antes de lo planeado. Mariana se sumió entonces en una depresión larga y efectiva durante la cual en bendito Ramiro se convirtió en un cordero manso.
Teresa quien se había casado con un buen médico, descubrió que su marido usaba la casa como hotel de paso mientras ella se iba a los festivales escolares de su pequeña niña y no sólo eso, sino también que la amante era una de esas mujeres que se hacía llamar su amiga y que jugaba con ella al tenis los fines de semana en el club.
De nada les había servido a mis primas salir de blanco de sus casas, casarse como Dios manda, pronunciar bonitos votos matrimoniales y tener vidas envidiables.
¿Para qué iba yo a querer casarme si nada en esta vida te asegura que a la persona con la que decidas unirte en matrimonio no se le va a acabar el amor al poco tiempo de la boda?

¿Para qué? Mejor soltera que andar tapándoles sus porquerías...





viernes, 4 de diciembre de 2015

Dualidad

Tan sutil de a ratos,
bastante ruda cuando me lo propongo...
A veces fría, como si el invierno
hubiera tomado forma humana,
cálida como el verano...

Dualidad...
Me incitas a ser dos chicas diferentes,
me moldeas, me formas, me deformas,
soy arcilla entre tus manos...

Si me reprimes, me revelo
Si me liberas, a ti vuelvo,
de la misma forma en que las olas del mar regresan a la orilla una y otra vez...

Si por casualidad te vuelves tempano de hielo, por casualidad me volveré antorcha para aliviarte el frío, para hacerte volver, para mantener el balance.

Si te reinará la inquietud, me volvería tranquilidad, me acurrucaría en tu pecho, y mis brazos se encargarían de regresarte a la calma...

Si en ti hubiera tempestad, sin dudarlo,
me volvería tu refugio, te recibiría aquí,
a mi lado, recibiría tus penas, te daría consuelo...

Sólo deberás formarme a tu manera, moldearme a tu modo y seré lo que quieras que sea...

lunes, 23 de noviembre de 2015

Entonces

Y entonces, sólo entonces,
cuando, a las dos de la mañana,
te lloro al filo de la cama,
cuando recuerdo, de sorpresa,
tu mano con la mía,
cuando un disco completo me habla de ti,
cuando los ojos,
estos ojos que se arrepienten
de haberte mirado a los ojos y haber callado,
me gritan el dolor que genera
tu mórbida ausencia en el interior...

Sólo entonces, ahí, cuando pierdo la razón,
cuando nada me gobierna,
cuando vuelvo a ser primitiva,
sólo entonces,
te odio.

Entonces es ahí, donde quisiera pedirte
que, de forma inminente y pronta,
mueras.
Por mi bien, por el tuyo, por el de ambos.

O quisiera al menos, poder pedirte
que terminaras de morir en mí,
porque, corazón,
ya casi te mueres,
aquí, donde me prometí que nunca morirías.

Entonces, cuando la razón me clama tu muerte,
el corazón me implora que te perdone la vida,
aunque seas puñal,
aunque seas veneno al alma

Es este corazón el que me pide,
me implora, que te salve.
Por ti, por mí, por ambos.

Pero, ¿cómo salvas a alguien que no quieres ser salvado?
No se puede.
Es nadar contra corriente.
Es como saltar esperando que te detengan.

Entonces, ahí en donde te odio,
quisiera pedirte que te perdieras,
pero ya estás perdido.
Te he perdido.

Entonces, cuando ante mí surgen
los mares de mi insensible imaginación,
cuando te concibo con ella
(porque, aunque no lo digas,
aunque te calles, sé bien que ella está),
me gustaría implorarte,
no me dejes...

Es entonces, donde percibo,
cruda mi verdad,
que nunca me dejarás,
porque nunca has sido mío,
siempre de otra, jamás de mí,
que nunca te salvaré,
porque no quieres que nadie te salve,
que nunca morirás, porque, tal vez, en el fondo,
has muerto,
que nunca estarás conmigo,
porque yo sólo suplo
a aquella con la que tu corazón está...

sábado, 7 de noviembre de 2015

Universo Paralelo

Me despierto en mitad de la noche, corazón
y me busco el corazón.
No lo tengo, no está.
Y recuerdo donde está.
En lugar de estar aquí, a mi lado,
está allá, contigo, velandote el bendito sueño.
Dichoso él, porque puede estar a tu lado
sin necesidad de estarlo.

Me levanto de la cama,
corro al espejo,
me miro, me observo,
me analizo,
la analizo.

¿Quién es? ¿Quien soy? ¿Somos la misma?

La chica del espejo me mira.
Le pregunto si somos la misma,
me lo niega, me lo grita,
me desconoce.

La misma ropa,
el mismo cabello,
los mismos ojos, marrones, ojerosos,
la misma boca divina.
Cualquiera diría y daría su fortuna
en demostrar que somos la misma.
Pero solo es un reflejo.

Universos paralelos.

Me escanea, se escanea,
insiste, recalca las fallas.

No, no somos la misma.

Ella es mi universo paralelo,
ella es yo, pero hace unos años.
Lo veo en sus ojos, su boca me lo grita,
las uñas lo declaran,
el pelo lo reafirma.

Le veo la esperanza del primer amor en la boca.
Los ojos desbordan inocencia,
las manos me dictan de su ansiedad,
su cabello... su virginidad.

Ella es yo, pero antes de conocerte.

Me pregunta ¿porqué?
¿Porqué qué?

Me pide explicaciones acerca de porque,
de forma voluntariamente aceptada,
me entregué a las garras del León,
a sus fauces, a su mente.
Y no respondo.

En el fondo yo también me lo pregunto.

En el fondo quiero saber como es su vida,
como es su corazón,
allá, en mi universo paralelo...

jueves, 22 de octubre de 2015

Recuérdame

Recuérdame, amor, cuando decline la tarde y el sol muera en tu ventana
de la misma forma en que murió mí amor en tus manos.
Recuérdame en las noches de insomnio, en las madrugadas de dolor,
cuando el tormento por mí olvido te consuma.
Recuérdame en las paginas de tu lectura de rutina,
cuando el eco de mis letras susurre a tu oído la pasión que fue.
Recuérdame al despertar, cuando el fantasma de mí cabello
habite tu almohada y perfume la corbata que llevarás al trabajo.
Recuérdame cuando la mujer que duerme a tu lado,
cuando cada poro de su piel, cada trazo de su rostro
te llene de insatisfacción al saber que no soy yo.
Recuérdame al otro lado del mundo,
cuando el abismo de tu soledad te consuma
y no esté yo para salvarte.
Cuando no haya nadie que se lance contigo al acantilado del amor.
Cuando alteres el orden de tu rutina.
Cuando alises el cuello de la camisa que un día deshice.
Cuando veas una melena desordenada nadar entre la gente.
Cuando viajes en el tren.
Cuando tu monotonía sea demasiado grande
y sientas que te hundes.
Recuérdame, a mí y a mí piel,
a la ansiedad que te provocaba imaginar su suavidad.
Recuérdame, a mí y a mis labios, a todos los besos
que te guardaste y de los cuales me privaste por cobardía.
Recuérdame, a mí y a mis manos,
a la variedad de caricias que pudieron haber dado,
a la forma perfecta en que pudieron haber encajado con las tuyas.
Recuérdame, a mí y a mí locura,
esa que nadie ama pero que todos se mueren por tener.
Recuérdame,a mí y a toda yo,
porque sólo en mi encontraste la calma que tu vacío corazón necesitaba para poder seguir.

jueves, 8 de octubre de 2015

Suplica

En esta amarga noche
de profunda oscuridad
mi único anhelo es que
alguien, en algún lugar,
escuche mi suplica.

Debe ser alguien
que de alguna forma
pueda susurrarte al oído
y convencerte de que
mi amor es sincero.

Mi suplica,
mi única petición,
es que me mires,
que me toques,
que me beses.

Que me mires
con esos ojos en el alma
que aún no te han sido dados.

Que me toques
con todas esa letras
que aún no me has escrito,
que te guardas, de la forma egoísta
que sólo tu dominas.

Que me beses
con el rigor de tu deseo acumulado,
con el peso de las horas
que me mantuviste alejada de ti.

Mi suplica hoy
es que te den
lo que te falta,
lo que te falta
para mirar dentro
de este triste corazón,
para romper esta coraza
que tu mismo construiste
con tu preciada indiferencia
que me guardo
como si fuera
mi más grande tesoro...